Gótico estalinista

A veces sueño con ciudades, ciudades que no existen o existen a medias. Tienen nombres familiares pero no son las que son. Encuentro hermosos edificios a los que me gustaría mudarme, plazas, bulevares, barrios completos con historias escondidas. Anoche hasta un río apareció, uno de esos en los que no se ve la otra orilla, un río-mar. 

Era la colonia Aztecas; lo sé porque se lo pregunté a unas señoras que vendían gorditas de queso y se divertían con mi asombro frente a ese rincón de la ciudad. “¿Nunca habías visto el río? ¿Pues que no sales de tu casa?”. 

En la plaza principal de la zona había un edificio imponente, más cercano al brutalismo soviético, pero que se fundía caprichosamente con el estilo afrancesado de las construcciones que rodeaban la plaza y con las casas bajas coloniales que se encontraban a la orilla del río sin nombre. 

Desde el porche de una de estas sencillas casas, quizá de adobe pintado de blanco, admiraba los botes de vela y pensaba en tomar clases de navegación. Después desperté… Sin río ni gótico estalinista.

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