Romper todo

Los medios y esos debates absurdos: “¿Es válido recurrir a la violencia para pelear contra la violencia? ¿Por qué agredir a ‘nuestros’ tan simbólicos monumentos si así no se resuelve nada? ¿Grupos infiltrados? ¿Mujeres rebeldes?”. No soy idiota, hay mil aristas y perspectivas distintas, claro que hay grupos provocadores. Por supuesto que lo ideal sería no combatir la violencia con violencia. Ahora, sería mucho más ideal que una niña de siete años no fuera dejada en la calle esperando sola a su mamá, que no pudo llegar a tiempo a recogerla. Lo ideal sería, si ya la dejaron en la calle sola, que los vecinos, la comunidad la resguardaran hasta aparecer algún familiar responsable.

Lo ideal sería que no se la llevara cualquier persona para violarla, para extirpar los órganos, para introducirla en una red de trata. Eso sería lo ideal. Lo ideal sería también que “nuestra” Universidad Nacional Autónoma de México no tardara cuatro meses (más todos estos años que han pasado) para decidir reformar el estatuto general para que la violencia de género sea catalogada como falta grave, y que se animara a despedir a los docentes, investigadores y administrativos con largos expedientes de acoso y mucho más. Lo ideal sería también que nadie hubiera desollado a Ingrid; que el exmarido de Sonia no la hubiera estrangulado; poder ir con confianza al ministerio público y denunciar sin sentirse doblemente vulnerada, desacreditada e incluso inculpada. Y más ideal todavía sería que las autoridades correspondientes hicieran el trabajo con eficiencia en cuanto a la investigación, al resguardo, la protección, el apoyo y la contención.

Eso sería lo ideal. La verdad es que si frente a todo esto, pintamos monumentos, ¿qué les digo? No es lo ideal, no, pero tal vez es lo único que queda por hacer. Y cuando digo “romper todo” no es un llamado a la destrucción violenta y masiva de la ciudad, lejos de eso. Es más bien un llamado a romper la narrativa donde las mujeres somos culpables de las atrocidades de las que somos víctimas. Romper los estatutos, de la UNAM y de cualquier institución donde sea necesario. Romper los estereotipos, romper esas reglas, escritas o no, donde las mujeres valemos menos y cobramos menos. Deshacer un poder judicial donde una mujer es enviada a una cárcel varonil y nadie se “percata” hasta dos meses después. Destruir esa impunidad reinante ante cualquier acto de violencia contra las mujeres. Derribar la concepción de que las mujeres somos desechables. Romper todo.

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